Hoy viene otro de los platos fuertes del viaje, el alucinante Castillo de Dunnotar, situado a poco más de una hora desde nuestro alojamiento. Hace poco leí que si ibas a Escocia y no veías el Castillo de Dunnotar, era como si ibas a París y no veías la Torre Eiffel. Quizá para mí el castillo más representativo es el de Eilean Donan, pero desde el primer momento que vi la imagen de este castillo, deseé verlo, aunque lo descarté por falta de tiempo y lejanía de otros lugares de visita. Al final, cuando cogimos el vuelo, los días de viaje fueron más de los previstos y no dudé ni un momento en incluir este castillo en nuestra ruta.
Por la tarde, visitamos un precioso pueblo, Falkland, que si eres fan de Outlander identificarás como Inverness. Pero no, las escenas de Inverness no se rodaron en esa ciudad, sino en este pueblo igual de encantador pero más pequeñito.
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Castillo de Dunnotar
Lo más fascinante del Castillo de Dunnotar es su emplazamiento. Encaramado en lo alto de una roca, a 49 metros de altura, de los acantilados de Stonehaven, esta fortaleza parece inexpugnable. Se accede a ella a través de un camino de más de 200 escalones, que baja inicialmente por el acantilado para luego subir hasta lo alto de la roca donde se encuentra el castillo. Antes de ir, pensé que el acceso sería tan cansado como San Juan de Gaztelugatxe, pero la verdad es que no, es bastante llevadero.
Este ha sido el castillo que más nos ha gustado de todos (aunque es difícil elegir uno) y no solo ha sido por su exterior, sino principalmente por el interior.
Su estado medio en ruinas, cubierto de verdín por tanta humedad, le confiere un halo de romanticismo. Aunque medio destruidas, se conservan en gran medida casi todas las construcciones. No es como el Castillo de Urquhart, donde prácticamente no queda nada.
A mí personalmente me parecen muy bonitas las construcciones semi derruidas. Mientras vas viendo los restos del castillo, desde lo alto de la roca, tienes vistas a los acantilados y es realmente precioso.
Cómo llegar al Castillo de Dunnotar
🚗 En coche:
➡️ A 2 h 30 minutos desde Edimburgo (180 km).
➡️ A 30 minutos desde Aberdeen (30 km).
🚄 En tren:
➡️ Desde Edimburgo (3 h): tomar el tren de Aberdeen y parar en Stonehaven. Desde allí, sale un bus que deja al inicio de la preciosa ruta de la que hablo más adelante (40 minutos andando hasta el castillo). Si deseas caminar menos, puedes tomar el tren de Aberdeen, bajar en Montrose y coger un bus que deja a 1 km del castillo.
➡️ Desde Aberdeen (15 minutos hasta Stonehaven): toma el tren dirección Edimburgo y elige una de las opciones anteriores.
Breve historia del Castillo de Dunnotar
La primera referencia histórica a alguna edificación en este lugar es del siglo V d.C., en el que St Ninian, un misionero, levantó una capilla en este lugar. Aunque no hay constancia de cuando se empezó a construir la fortaleza, sí se sabe que el rey Donald II murió en el año 900 d. C. defendiendo Dunnotar de los vikingos.
Durante las guerras de independencia de Escocia, Eduardo I de Inglaterra tomó el Castillo de Dunnotar. Un año más tarde, William Wallace lo recupera, y quema vivos, dentro de la capilla del castillo, a los soldados ingleses que sobrevivieron.
El castillo de Dunnotar fue propiedad de la familia Keith desde finales del siglo XIV hasta el levantamiento jacobita de 1715. En 1458, William Keith es nombrado por el rey Conde Mariscal de Escocia, título muy importante que heredaran sus descendientes. Este título otorgaba diferentes beneficios y obligaciones, entre ellas, la custodia de los Honores o Joyas de la Corona Escocesa: corona, espada y cetro real.
En 1639, William Keith, séptimo Conde Mariscal, declara lealtad a los Covenanters, lo que provocó que en 1645, durante la Guerra de los Tres Reinos, el ejército de los realistas, saqueara y quemara el castillo. Si quieres saber más sobre quiénes eran los Covenanters, puedes leer este artículo que lo explica.
En 1651, Carlos II de Escocia fue coronado rey en el Palacio de Scone y para ello se utilizaron las Joyas de la Corona, escondiéndolas posteriormente en el Castillo de Dunnotar, ante la amenaza del ejército inglés de Cromwell que estaba en las inmediaciones de Edimburgo. Se escondieron en este castillo porque, como te contaba antes, la custodia de las Joyas de la Corona era un deber del Conde Mariscal. Cuando el asedio al castillo por los ingleses parecía inminente, Christian Fletcher, la esposa del ministro Grainger, consiguió sacarlas del castillo a escondidas y esconderlas en la Iglesia de Kineff. Estas joyas se exhiben ahora en el Castillo de Edimburgo.
El fin del Castillo de Dunottar se produjo durante los levantamientos jacobitas de 1715, ya que George Keith, el décimo Conde Mariscal, apoyaba la causa jacobita y al resultar frustrado el alzamiento le retiraron sus títulos y sus propiedades. El gobierno vende el castillo a una compañía que prácticamente lo desmantela.
Afortunadamente, el 1919 la familia Cowdray compra el castillo y comienzan a realizar unas extensas labores conservación y restauración, abriéndolo al público. Hoy en día, sigue siendo propiedad de sus herederos.
Exteriores del Castillo de Dunnotar
La manera más recomendable para disfrutar del castillo es, sin duda, aparcar el coche por la zona del puerto del pueblo de Stonehaven e ir haciendo la ruta que transcurre por los acantilados. Disfrutarás así de la experiencia de ir divisando el castillo poco a poco, desde la lejanía, con las maravillosas vistas de los imponentes acantilados. Tardarás aproximadamente 40 minutos en hacerla.
Si como nosotros, no quieres caminar tanto, puedes aparcar en el parking del castillo y una vez realizada la visita, habiendo ya subido y bajado los escalones de rigor, quizá te queden fuerzas para alejarte un poco por el sendero que va hacia Stonehaven y así poder observar con mayor perspectiva el castillo desde la lejanía. Stonehaven está en dirección norte, por lo que si miras de frente al castillo, es el sendero que está hacia la izquierda.
Otra panorámica muy bonita del castillo, se toma desde el acantilado situado al sur del castillo (en dirección contraria a Stonehaven). No tiene pérdida. Al terminar el parking y llegar al inicio del sendero que baja hacia el castillo, verás un camino a la derecha.
Merece la pena también ir a las playas situadas a ambos lados del castillo. Desde el interior del castillo, la vista de ellas es espectacular y lo cierto es que desde abajo son igualmente preciosas. Dicen que pueden verse focas y aves.
Qué ver en el interior del Castillo de Dunnotar
Debo advertirte, que en esa zona es frecuente que haya mucho viento y a veces cierran el castillo por motivos de seguridad. Esperemos que no tengas esa mala suerte y puedas disfrutarlo tanto como nosotros.
Nada más llegar, la puerta de entrada al castillo ya apuntaba bien. Al traspasarla, encontrarás a la izquierda las taquillas, pero si quieres reservarlas con antelación, encontrarás el enlace a la página oficial más abajo, en la Información práctica del Castillo de Dunnotar.
Tras un pequeño paseo por el perímetro de la fortaleza, llegamos a la Torre del Homenaje, una de las mejores construcciones del castillo, desde la cual se tienen unas vistas preciosas por ambos lados a las playas.
Al salir de la torre del homenaje, llegamos a una explanada abierta en la que se encuentran la mayoría del resto de edificios que visitar. El paseo por esta zona es muy agradable y tienes bancos donde poder descansar y contemplar el paisaje.
Allí, se encuentra la Capilla que se cree que fue quemada por William Wallace, con el ejército inglés dentro.
Al lado, está el edificio destinado a ser la residencia privada de los Condes Mariscales que habitaron este castillo. Hay una sala, la Drawing Room, que ha sido restaurada para podernos hacer una idea de cómo debían de ser las estancias.
El lugar más interesante, es la Whigs Vault, una mazmorra abovedada en la que, en 1685, fueron encarcelados 167 Covenanters y Whigs, trasladados desde la prisión de Edimburgo por falta de sitio.
Estuvieron encerrados allí, en condiciones infrahumanas, durante 6 semanas, con una única ventana al exterior.
Otros edificios que pueden visitarse son los establos, las cocinas o la herrería.
Stonehaven
Nos acercamos hasta el pueblo de Stonehaven y dimos un paseo por el puerto. Al final de este, tomamos High Street a la izquierda para llegar a la Torre del Reloj, que tiene el orgullo de llevar dando la hora desde 1790. El paseo es corto y enseguida nos vamos en coche al Station Hotel, a las afueras del pueblo, a intentar comer, pero eran las 14:00 y estaba lleno. Al final, fuimos a un restaurante de un centro comercial, el Kirktown Restaurant, que estaba bastante bien.
Falkland
A hora y media en coche desde el Castillo de Dunnotar, se encuentra el encantador pueblo de Falkland. Este se ha hecho muy popular desde que se rodó en él la serie Outlander, la cual convierte a este pueblo en Inverness. Tal es el fenómeno Outlander que se pueden encontrar muchas excursiones dirigidas a visitar sus localizaciones.
Lejos de ser un pueblo turístico sin mayor interés que aparecer en Outlander, Falkland es uno de los pueblos más bonitos de Escocia. Sus casitas de piedra llenas de flores, su preciosa plaza con su característica fuente y su palacio renacentista, entre otros, seguro que te cautivan tanto como a nosotros.
Aparcamos frente al Palacio de Falkland. Es un palacio renacentista del siglo XVI, que fue utilizado como residencia real de los Estuardo durante dos siglos. Era uno de los palacios favoritos de la llamada reina de los escoceses, María Estuardo. Solo abre de marzo a octubre, de 11 a 17 horas, por lo que a nosotros no nos dio tiempo a verlo, pero en su página oficial puedes ver fotos del interior y parece realmente bonito. Destacan sus lujosos interiores, las paredes pintadas de la biblioteca, la preciosa capilla real y unos cuidados jardines. Aunque lo más curioso es que tiene la cancha de tenis más antigua de Gran Bretaña, del siglo XVI. Puedes consultar su página oficial, pinchando aquí.
Continuando la calle donde hemos aparcado, llegamos a la plaza principal de la localidad. Es un lugar realmente bonito: rodeada por coquetas casas y por la iglesia, en el centro se encuentra la maravillosa Bruce Fountain, una fuente ornamental de estilo gótico victoriano de 1856. Fue encargada por la familia Bruce y en ella podrás ver observar los escudos de armas y los lemas de esta familia y de Falkland sostenidos por 4 leones.
La iglesia nos pareció bonita por fuera, pero no pudimos entrar, ya que no debe de abrir casi nunca, a menos que sean horas de culto. Si eres fan de Outlander, quizá te suene el Covenanter Hotel, que está frente a la iglesia. Es el hotel en el que Claire y James se alojan en el primer capítulo y es uno de los mejores sitios para comer aquí. Al otro lado de la plaza, verás una tienda de recuerdos con una fachada azul, la Fayre Earth, que se utilizó para rodar la escena del primer capítulo en la que Claire contempla un jarrón en un escaparate, aunque en la serie aparece pintado de color oscuro.
Continuamos recorriendo las calles cercanas a la plaza, buscando las casas de piedra, adornadas con flores, que tanto habíamos leído en algunos blogs. Haberlas, haylas, pero nosotros encontramos bastante pocas. Aunque la plaza es preciosa, Falkland nos decepcionó un poco, porque nos pareció que no había mucho que ver con el palacio cerrado. Sabiendo esto, te recomendaría conocer este pueblo si estás cerca, asumiendo que la visita se limita a ver el palacio, la plaza y otras dos calles. Pero no veo que sea la mejor opción para ir desde el castillo de Dunnotar. Desde allí, quizá te interese más conocer ciudades como Dundee o Aberdeen, que pueden pillarte más a mano.
Volviendo a las casas, verás que algunas de ellas tienen inscripciones en los dinteles de las puertas: son las iniciales de los nombres del matrimonio que allí vivía cuando se construyó y las fechas de su boda.
Para cenar fuimos a Perth, que nos pillaba de paso a nuestro hotel, y dimos una vuelta por su centro ya casi anocheciendo. No vimos nada muy interesante que visitar allí. Cenamos en el Paco’s Restaurant, un local grande y con ambiente que tenía una amplia carta con pizzas, hamburguesas, platos italianos o mejicanos.
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